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ÁLBUM (2011)

ANTÒNIA FONT Lamparetes

Robot Innocent-Discmedi
ANTÒNIA FONT, Lamparetes
 

Sí, ya lo sabemos: marcianos, excéntricos, surrealistas, delirantes... La losa del tópico o de la frase hecha puede ser una rémora a la hora de echarse al buche un nuevo álbum de los mallorquines. ¿Antònia Font? ¡Qué graciosos! Y a otra cosa, butterfly. Pero ojo: no es lo mismo ser gracioso que habitar y explorar un Mundo Propio. Y eso es lo que hace, lo que lleva años haciendo, Joan Miquel Oliver con su grupo o en solitario.

“Lamparetes” es el primer disco con material nuevo de AF desde “Batiscafo Katiuscas” (2006) –“Coser i cantar”, de 2007, fue aquella especie de “grandes éxitos” con orquesta sinfónica–, así que hay ganas. Y se colman (aunque no sea su mejor trabajo). Porque no hay nada parecido en el ámbito del pop made in Spain (islas incluidas). Nadie dispone de su asombrosa intuición para engarzar melodías y colocarlas en un amasijo de sonido flotante que salta a la comba entre teclados y guitarra eléctrica. ¿Y qué decir de Pau Debon, excepcional cantante en su papel de médium para transmitir todo el significado de los textos de Oliver?

“Lamparetes” cita en su edificio a Clint Eastwood y Abraham Lincoln, a Vito Corleone y a los turistas baleares, a los cañones de Navarone y a los Juegos Olímpicos de invierno de Calgary 88. Es localista y universal, triste y vitalista, melancólico y divertido: las señas de identidad de unos Antònia Font que, cuando la clavan, son únicos. Aquí lo hacen en varias ocasiones, sin despeinarse: en el single “Clint Eastwood” (deambulando por el Cañón del Colorado antes de que se invente el cine) y en la irresistible “Coses modernes” (¡bolígrafo!), en el hitazo “Islas Baleares” (ya saben: no hay dos iguales) y en la oscurilla “Carreteres que no van enlloc”, en la ondulante “Sospitosos” y en el listado enciclopédico de “Me sobren paraules”... Que medio álbum es de aúpa y el otro medio mantiene el nivel por encima de la media. No, no se seca el manantial de los Font. ¿Qué beben? ¿Qué ven? Preguntas sin respuestas –afortunadamente– que nos permiten seguir embrujándonos con sus postales de pop tridimensional para poder mirar sin miedo al otro lado del espejo.

“Calgary 88”.

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